domingo, 2 de diciembre de 2012

El agua es escasa en el sur y se desperdicia por malos usos.

El agua es escasa en el sur y se desperdicia por malos usos.-Diario La República.-Domingo, 02 de diciembre de 2012.- 4:30 am.-Juan Carlos Soto.- Mala posición. Perú tiene ubicación poco estratégica en abastecimiento del recurso. Sus grandes ciudades se asientan en la árida costa y parte de la sierra, en donde solo se dispone 2% . En cambio, el 96% de reservas se encuentra en la selva, cuyas vertientes mueren en el Atlántico. Además de escasez preocupa cómo dotación se desperdicia en regiones sureñas
Represa de aguada blanca. Es uno de los embalses que almacena el
recurso hídrico en verano, aunque su capacidad ha sido reducida por
colmatamiento, atrás el volcán Misti.
En enero, febrero y marzo se define la suerte del campo y las ciudades. Si en esa temporada no llueve lo suficiente, será un año malo. El campo dejará de producir papas, maíz, habas y quinua; de igual forma sucede con los forrajes y pastos naturales que alimentan al ganado de leche y carne. En las ciudades los impactos se multiplican. Las escorrentías de los Andes alimentan reservorios y represas. Sin el recurso regulado quedarán desabastecidas las grandes irrigaciones costeras, también el servicio de agua potable, la generación de energía eléctrica, la industria y minería. Por eso cuando en el horizonte no asoman los nubarrones grises y solo brilla un sol calcinante, el estrés no solo debería ser del hombre del campo sino de los habitantes urbanos. La modalidad de acceso al agua y que depende de las lluvias anuales, resulta vulnerable a las sequías, un fenómeno que históricamente castigó al Perú. En otras épocas civilizaciones enteras asentadas en los desiertos desaparecieron por el agotamiento del recurso. Los científicos advierten que las sequías podrían presentarse en forma recurrente y no en tiempos espaciados, como consecuencia del cambio climático. El cambio climático lo provoca el aumento de la temperatura de la Tierra, atribuido a la contaminación que ha alterado varios ciclos naturales, por ejemplo el de las lluvias. No ocurren como antes, en un día el cielo puede precipitar lo equivalente a dos meses o simplemente ausentarse durante la temporada. El Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología (Senamhi) lleva el registro de lluvias de las últimas tres décadas de la ciudad de Arequipa. Las estadísticas confirman varios altibajos con una tendencia a la reducción. Este año, las precipitaciones triplicaron a las de 2011 (137 milímetros), en 2010 apenas llovió 16,5 mm, en el 2009 55,8 mm, en 2007 41 mm, 2005 33,2, y en 2003 17 mm. El tiempo dirá si existe un agravamiento de esa tendencia.
LA DEGLACIACIÓN: En periodos de estiaje los nevados son fuentes de agua dulce permanentes que suplen la escasez. Sin embargo, las nieves perpetuas de las cordilleras también se descongelaron en forma acelerada por el incremento de las temperaturas. Basta mirar los picos del Chachani y Pichu Pichu que acordonan la Ciudad Blanca, con sus casquetes glaciares derretidos. Según una exposición de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) el primero perdió el 60% y el segundo 80%, aunque a simple vista el diagnóstico parece más dramático. Sus cimas son víctimas, por así decirlo, de una feroz “alopecia”. No solo las altas temperaturas y la intensa radiación solar hicieron mella de las reservas glaciares, también la ausencia de lluvias que impide recargar lo descongelado durante el año. Lo mismo ocurre con el Coropuna, ubicado en la provincia de Condesuyos, a 150 kilómetros al noreste de la Ciudad Blanca. En los últimos 50 años perdió más del 60% de su poderoso manto blanco. De estas escorrentías dependen más de 50 mil habitantes. En los Andes que surcan Sudamérica la deglaciación asciende a 30% y se estima que en dos décadas todas las cumbres nevadas se fundirían. El panorama parece apocalíptico, sin embargo, en toda crisis se abren nuevas oportunidades. Arequipa es un oasis entre el desierto y la cordillera, que a pesar de su aridez puede aprovechar mejor el recurso en la época pluvial. En esta temporada excepcional se arrojaron al mar más de siete mil millones de metros cúbicos de agua en las seis cuencas que surcan el departamento. El mayor desperdicio se produjo en Camaná y Ocoña, 6 mil MMC. La cuenca que reportó menos pérdidas fue la del Chili, debido a su sistema de represas. Una de las soluciones pasa por definir un sistema estratégico de embalses que ayude a paliar la época de “vacas flacas”. Hay planes para construir hasta 10 represas nuevas. Pero los proyectos necesitan aterrizar. El director de la Autoridad Administrativa del Agua I Caplina-Ocoña, Ronal Fernández Bravo, no cree en las obras faraónicas. Apuesta por algo más simple, minirepresas de tierra en las cabeceras de cuenca donde se produce la cosecha del agua, que servirían para retener "las avenidas" en tiempo de lluvias que discurren y engrosan los caudales de los ríos que se desbordan sobre cultivos y poblados. En forma paralela, plantea repoblar la pradera andina depredada por el sobrepastoreo y la explotación de bosques de queñuales, tolares y yareta. Esta flora también contiene el agua y al igual que las minirepresas podrían profundizarla para alimentar manantiales y la napa freática. Las reservas hídricas subterráneas son seguras; están a salvo de la contaminación y de la evaporación. Fernández dice que con un millón de soles se puede hacer una represa de tierra para irrigar de 300 a 400 hectáreas de pasto, el mismo presupuesto destinado a un kilómetro de defensa ribereña. Por otro lado, las cabeceras de cuenca no pueden mirarse solo como productoras de agua. Hay que reivindicar a su población que contradictoriamente tiene los más bajos índices de desarrollo humano. En ello coincide el especialista de Enlace Regional del Ministerio del Ambiente, Eduardo Talavera. Afirma que Arequipa no existiría sin el río Chili y éste tampoco sería posible sin Aguada Blanca y Salinas. Sin embargo, en esta reserva la calidad de vida de sus pobladores es muy deficiente: toman el agua directo del manantial, no tienen energía eléctrica, viven expuestos a las bajas temperaturas, con una educación de bajo nivel y sin oportunidades de salir adelante.
MALAS PRÁCTICAS DE RIEGO: En el uso de agua, los agricultores son los consumidores principales. En el peor de los casos utilizan el 70% de la dotación y en el mejor el 90%. Sin embargo, el uso es muy deficiente. Miremos la cuenca del Chili, que dispone de 500 MMC, de esta cantidad al agro le corresponde casi el 70%, lo demás se reparte entre uso poblacional y minero. De la dotación destinada a los campos, por lo menos la mitad se pierde en malas prácticas de riego y filtraciones por canales de regadío. Algunas irrigaciones riegan por inundación y en el nivel subterráneo forman inmensas piscinas de agua que desalinizan los suelos o provocan derrumbes como ocurre en Majes I, La Joya, Tambo, etc. Ronald Fernández sostiene que con riego tecnificado se podría recuperar hasta 140 millones de metros cúbicos. El consumo doméstico tampoco tiene una buena gestión. La mayoría de empresas de agua no factura el 50% del recurso que produce. Estos forados obligan a dar seguridad hídrica, que el recurso nunca falte, capitalizando una buena cosecha y reduciendo el desperdicio. De lo contrario, estaremos supeditados al capricho de una naturaleza afiebrada por el cambio climático, a expensas de los conflictos sociales, disputas interdepartamentales como ocurre entre Arequipa y Moquegua, Cusco y Arequipa o Tacna y Puno.

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